martes, 24 de noviembre de 2015

AMADO AJEDREZ

-A ver, Sabio, ¿tú que vas a ser de grande?
            Amado, para el tío Feliciano, era “Sabio”. Así le llamó desde siempre. Amado percibía como halago premonitorio el alias que le aplicaba el tío Feliciano. Y era un halago, aunque no una premonición. Amado, a sus 4 años, no contestaba, pero la respuesta le parecía obvia, seré “sabio”, pensaba. Intuía, porque saber no sabía, que ser sabio debía ser importante, porque el tío Feliciano  era algo así como el jefe del planeta, el amigo de Dios, que de vez en cuando iba a la finca de visita, desde su Olimpo (Madrid), donde él debía habitar palacios inimaginables. Y si el tío le llamaba Sabio, y con lo que le agradaba ese apodo, sería “sabio”.

CAMPEÓN DE AJEDREZ
            Hasta que aprendió a jugar al ajedrez. Su padre le enseñó. Y le regaló su primer libro: un manual de ajedrez que él había “heredado” de un amigo suyo de la guerra en cuyo recuerdo Amado se llama así, y del que nunca volvió a saber.



            Amado entonces “soñó con ser un gran campeón jugando al ajedrez”. 

Repetía una y otra vez “la célebre partida del barón y el aldeano” y se imaginaba emular hazañas semejantes. 
Muchos años después, Amado-el-maestro traduciría el texto de esa partida al gallego para sus alumnos:

A célebre partida do Barón e o Aldeán
            O Barón de Tunderstoken, despois de ser un bó soldado na súa xuventude, tíñase retirado ós seus dominios no país de Hartz, onde ninguén lle aventaxaba en cazar, pescar e xogar ó Xadrez.
            Nembargantes, un día, certo campesiño novo que pasara unha tempada en Viena, atrevéuse modestamente a desafiar ó señor Barón, preguntándolle se querería xogar unha partida, xa que se amosaba tan afable cós seus bós vasalos.
            O barón sonriu cunha especie de complacencia, mandóu traer cervexa e un xogo de Xadrez na sá baixa do castelo, instalóuse con toda comodidade no seu asento e preguntóu ó xove contrincante
            -Meu amigo, ¿querédes algunha peza de ventaxa?...
            -¡Oh! Nada diso, señor Barón. Prefiro ser vencido con tódolos honores da guerra.
            -¡Brava resposta, a fé miña!...Cando eu era novo, coma vós, alá no fervor dos meus vinte anos, tamén respostaba o mesmo. Empezade, xa están as pezas preparadas.
            Entón o aldeán xogóu
            1.CD3A
            O Barón voltóu sorrir e respostóu:
                        1.P4R
            O aldeán:
            2.CR3A         
            -¿Qué é isto, xove? ¿Qué faredes cós cabalos abandoados?...Logo terán que batirse en retirada. Tomade.
                        2.P3D
            -Paréceme que xa teréi tempo de protexe-la miña cabaleiría. Entrementres, xogo:
            3.P4D............ CD3AD
            4.P5D
            -Isto sería moi bonito se poiderades soster este Peón, máis paréceme que vos será imposible.
                                    4.CD2R
            5.P4R............. P4AR
            6.AD5CR....... P3TR
            7.AD4TR
            -Xove, se facedes esta xogada, o voso Arfil está perdido. Permítovos retroceder.
            -Moitas gracias, señor Barón, pero o feito, feito está.
            -Ben, ben. Non teño inconvinte.
                                    7.P4CR
            8.CRxPR
            O Barón, despois de ter observado un rato as súas posicións, exclama:
            -¡Cary! ¿Sabedes que se tomo o Arfil teño o Mate en tres xogadas? ¡Cómo é posible!..Tomaremo-lo Cabalo.
                                    8.PDxC
            -Imos ver, señor. Un xaque ó Rei
            9. D5T, xaque R2D
            10.ADxPCR.. A2CR
            11.AR5CD,xaque...... R3D
            12.AD3R................... P5AR
            13.AxPAR
            -Amiguiño, se abandoades as pezas deste modo, eu non teréi máis que ir comendo      13.PxA
            14.P5R, xaque
            O Barón empeza examinar fixamente ó aldeán, ata que, por fin, exclama:
¡Vive Deus! Xogades cun sangue frío admirable. O bó que agora non podo toma-lo Peón, porque logo perdería a Dama. Mirade: Xaque có Cabalo, obrigándome a matar e deseguido a Torre na casilla da Dama. Por fortuna, aínda podo poñe-lo Rei en seguro.
                                               ........... 14.R4AD
            15.C4TD, xaque....... RxA
            16.D2R, xaque.......... RxC
            17.D4AD, xaque....... R5T
            18.P4CD, xaque....... R4T
            19.D3C, xaque
            O semblante do Barón altérase todo e, sen decir unha palabra, retira o seu Rei           19.R4C
            20.P4T, xaque........... R3C
            21.P5T, xaque........... R4C
            22.P4A, xaque.......... R3T
            23.P5C. xaque Mate.
            O Barón fai un esforzo por sorrir, despóis murmura: -¡Cómo pode ser! Calculéi mal estas últimas xogadas...
            -Señor, ofrézovo-la revancha.
            -¡Gracias! ¡Moitísimas gracias! Deixarémolo para outro día. Esta tarde síntome fatigado e dóemr moito a cabeza.
(El libro está en castellano, la de arriba es la traducción literal al gallego que realicé para mis alumnos. También estaba pensada para un libro de “axedrez para nenos”, que finalmente quedaría sin rematar)

            El sueño se terminó en el primer torneo escolar que jugó, temblando como pajarillo en invierno y sufriendo para su vergüenza y oprobio el “Mate Pastor”. No dejaría de jugar al ajedrez, pero no volvió a tener aquél sueño. Él nunca sería un campeón, porque ningún campeón se habría dejado dar ese mate. Fue su primera vocación frustrada, pero nunca dejaría de ser una de sus aficiones favoritas. Y aprobaría esa asignatura pendiente ganando algún trofeo en Torneos de Ajedrez entre “Profesores de EGB” de Pontevedra, veinte años después.
Mi padre “utilizaba” la afición que él había despertado en mí: Apostaba dinero en cada partida, y al principio se dejaba ganar, porque sabía que yo lo gastaría en libros. Y así fueron llegando a “mi biblioteca” El Cid Campeador, Dik Turpin, Los Tres mosqueteros y las leguas, los globos y los cohetes de Julio Verne. Mi padre siempre miraba a las estrellas y más allá.
Pero si tú no llegaste a ser un gran campeón jugando al ajedrez, al menos sí que llegó un alumno tuyo: David Lariño fue campeón absoluto de España en 2008, después de ir siendo campeón en todas las categorias infantiles y juveniles en que fue jugando. Con David ya perdías cuando él tenía 6 añitos, pero también puedes presumir de ganarle por aquel entonces si te empleabas a fondo, y pocos pueden presumir de haber ganado a un, él sí, gran campeón. Ya se lo vaticinabas tú en el libro de las partidas de Karpov que le regalaste: Presiento que este es el comienzo de un gran campeón. De lo que no puedes presumir es de haberle enseñado a jugar. Si acaso, de haber hecho de sparring suyo en aquéllas sus primeras partidas. “Amado, tí moito pensas”, te decía después de 5 minutos de andar por ahí “cazando moscas” mientras tú planeabas el siguiente movimiento. -A ver, move que te toca, David. -Xa está. -Espera, espera, home, pensa tí un pouco tamén, non digo eu que esté mal eso, pero non sei, podías mover esta torre por exemplo... -Si, home, e despois, cando eu saque o alfil e ti movas o cabalo xa estou perdido.
            David tenía el gen (el genio) del ajedrez, que haberlo, haino. Y me recordaba lo que le dijo San Pedro a Napoleón, que andaba presumiendo, la mano en el peto de la casaca, de ser el mejor general de la historia mundial. El mejor general, le dijo, realmente es aquél. ¿Aquel, quién? ¿Atila?¿Carlomagno?¿Gengis Kan?.. No, no, el que está sentado. ¡Pero si es zapatero!. Lo es, lo fue, porque en su país y tiempo no hubo guerras. Pero su gen, su genio para comandar ejércitos y planificar y ganar batallas no lo igualáis ni tú ni ningún otro.
            Igualmente, si el genio (el gen!) de David no hubiese tenido delante un tablero de ajedrez, también habría pasado inadvertido. Yo no fui el primero en hacerlo, pero lo fui para tantos y tantos alumnos que si, como yo, no llegaron a grandes campeones, disfrutaron, como yo, de una gran y grata afición.

            Porque como realmente te realizaste en el Ajedrez fue con tus alumnos, tanto es así que yo diría que empezaste a ser Maestro justamente cuando empezaste a enseñar ajedrez a tus alumnos y organizaste, en Baiona, el primero de los muchos torneos de ajedrez que organizarías desde entonces, allí y luego en Esteiro y finalmente en Muros. Y diría más: diría que fuiste, que te sentiste Maestro hasta el año en que decidiste no organizar más torneos de ajedrez, treinta años después,  ya en de-construcción.

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